Hombre


Un estudio alerta del daño cerebral que produce la contaminación en los niños 


Retraso mental, dificultades de atención, autismo o incluso parálisis cerebral son algunos de los efectos nocivos que puede producir la contaminación industrial en los más pequeños. Así lo expone un reciente estudio publicado por la revista médica ‘The Lancet’.
El hombre está desafiando a la naturaleza y ésta se defiende con sus mejores armas. En las últimas décadas, ha tenido lugar en todo el planeta una alarmante pérdida de diversidad biológica acrecentada por la utilización, en ocasiones no racional, de los recursos naturales por parte del ser humano. Y, por mucho poder que tenga el hombre, lo más probable es que la batalla acabe ganándola la naturaleza, que ya está dando grandes coletazos. Por esta razón, numerosas instituciones se ponen en situación de alerta para que los países reaccionen ante la actitud de pasividad que caracteriza a la mayoría de ellos. 
Información nueva llega cada día y datos cada vez más desesperanzadores. La revista médica ‘The Lancet’ ha publicado recientemente un estudio elaborado por los doctores Philip Landrigan -de la Escuela de Medicina del Monte Sinaí en Nueva York- y Philippe Granjean -del departamento de Medicina Ambiental de la Universidad del sur de Dinamarca- con una conclusión inquietante: la contaminación industrial causa trastornos en el desarrollo cerebral de los niños. 
Más de 200 productos químicos de uso cotidiano, aseguran estos expertos, son nocivos para el cerebro humano llegando a producirse efectos adversos de difícil retracción como son el retraso mental, el autismo, la parálisis cerebral y ciertas dificultades de atención, entre otras secuelas. Los científicos han confirmado que estos productos pueden arruinar el cerebro de los animales y de los humanos, en especial de los niños cuyo cerebro está en fase de desarrollo. Además, el estudio no se refiere a sustancias desconocidas, sino a productos utilizados a diario: el arsénico que se emplea para tratar la madera; el plomo como componente de pinturas para paredes y en gasolineras; el metilmercurio que está presente en muchos pescados que consumimos con normalidad; los bifenilos policlorinados, también llamados plaguicidas que pueden presentarse en frutas y verduras; la acetona para limpiar la pintura de uñas; la anilina, utilizada en pesticidas y colorantes; o el estireno, empleado para hacer plásticos. 
Los científicos afirman que esto es sólo “la punta del iceberg” de centenares de productos tóxicos que causan problemas neuroconductuales. “La mayoría de los productos químicos no están regulados para proteger el cerebro en desarrollo”, ha explicado Grandjean. “Sólo unas pocas sustancias como el plomo y el mercurio se controlan con el propósito de proteger a los niños”, ha añadido, pero los 200 productos químicos restantes, cuyo nivel de toxicidad para el cerebro humano ha sido probado, “no están regulados para prevenir su efecto adverso en el feto o en los niños pequeños”. 

CONTAMINACIÓN AMBIENTAL

Los avances tecnológicos e industriales generados a partir de la segunda mitad del siglo XIX han redundado en múltiples beneficios para los seres humanos, tales como el surgimiento de modernos métodos para el tratamiento de enfermedades, creación de satisfactores que facilitan la realización de actividades productivas y domésticas, redes de comunicación y transporte más rápidas, así como ropa y alimentos más convenientes a las necesidades personales.

Sin embargo, estos hechos han crecido junto con un fenómeno cuyo impacto es evidentemente negativo para la subsistencia de la vida en todo el planeta: la contaminación o deterioro del aire, agua y suelo del ambiente debido a la presencia o aumento exagerado de sustancias que perjudican la salud.

Vegetales, animales y seres humanos se encuentran adaptados a un ecosistema (conjunto de seres vivos y medio físico que interactúan en determinado espacio, como bosque, selva, desierto o ciudad) con condiciones estables, de modo que la contaminación también puede entenderse como el desequilibrio en las características de un medio, lo cual impide el desarrollo de las facultades de los seres vivos, poniendo en peligro su subsistencia y reproducción.

Aunque las definiciones anteriores no excluyen la posibilidad de que la degradación ambiental sea ocasionada por factores naturales (una erupción volcánica es el ejemplo más claro de ello), la contaminación que nos ocupa como problema de salud es la producida por el ser humano, ya que en la actualidad el volumen de desechos y ruido generados por actividades productivas rebasa la capacidad de autorregulación de los ecosistemas, además de que muchas emisiones están constituidas por compuestos inorgánicos, es decir, aquellos que no pueden degradarse o reintegrarse a través de la acción de bacterias u hongos microscópicos.

Según informes de la Organización de las Naciones Unidas, la presencia de elementos tóxicos en ríos y atmósfera provoca un promedio de 12 mil muertes por año sólo en América Latina, a la vez que interfiere en la salud de incalculable número de personas, muchas de ellas niños que se encuentran aún en formación física y mental.

Encontrar una solución no es tarea fácil debido al incremento demográfico y al vertiginoso desarrollo tecnológico, además de que no es posible responsabilizar del problema a un solo sector, pues tanto industrias como hogares y automóviles participan en la generación de contaminantes. Sin embargo, un primer paso consiste en difundir información sobre el funcionamiento de los ecosistemas y de la relación que éstos tienen con el ser humano y su salud, ya que sólo así es posible comprender que el saneamiento ambiental debe ser una responsabilidad compartida por todos.


Contaminación atmosférica o del aire

Es provocada por compuestos tóxicos como plomo, cobre, zinc y óxidos de carbono, azufre y nitrógeno que son arrojados como consecuencia de actividades humanas e incendios forestales, principalmente. Las fuentes que emiten tóxicos al aire pueden ser fijas o móviles; las primeras, como calentadores, estufas, quema clandestina de basura, industrias y centrales de producción de energía son responsables del 20% al 30% de la contaminación, en tanto que las segundas, como automóviles, transporte público, camiones y aeronaves ocasionan el mayor volumen de gases dañinos (70% a 80%).

En el corto plazo, el cuerpo humano sometido a tales contaminantes manifiesta estragos a través de enfermedades en piel, ojos y sistema respiratorio, entre ellas:

•Conjuntivitis. Es la inflamación del tejido que cubre la parte blanca del ojo y el interior de los párpados (conjuntiva). Ocasiona lagrimeo y enrojecimiento del globo ocular, principalmente.
•Dermatitis. Hinchazón cutánea causada por el contacto directo con una sustancia irritante; la piel enrojece y se experimenta incomodidad persistente.
•Salpullido. Granitos o ronchas en la piel que ocasionan comezón y ardor, además de que duelen e incluso llegan a producir adormecimiento.
•Envejecimiento de la piel. La presencia de contaminantes, junto con la acción del Sol, lluvia y viento genera arrugas y manchas, acelerando el envejecimiento de la epidermis.
•Resfriado y gripe. Infecciones de nariz y garganta que ocasionan estornudos, dolor de cabeza, elevación de la temperatura corporal (fiebre) y cansancio.
•Bronquitis. Inflamación de los bronquios o estructuras internas de los pulmones; se manifiesta con tos leve, dolor de garganta y exceso de mucosidades o flemas.
•Faringitis y laringitis. Inflamación e infección de la parte superior (faringe) e inferior (laringe) de la garganta. Ocasiona ronquera o pérdida de voz (afonía), fiebre, dificultad para tragar, dolor y tos.
•Sinusitis. Infección ocasionada por la obstrucción de uno o más senos paranasales (pequeñas cavidades o túneles situados al lado de la nariz que ayudan a filtrar, calentar y humedecer el aire que respiramos; también dan la resonancia a la voz y aligeran el peso del cráneo), aunque igualmente puede ser una complicación derivada de alguna infección en vías respiratorias.
•Otitis. Inflamación de los oídos que puede ocurrir cuando infecciones en nariz y garganta se desplazan a los canales auditivos.
•Neumonía o pulmonía. Infección grave de los pulmones que en muchas ocasiones se debe a complicaciones en el tratamiento de padecimientos menos severos, como bronquitis o gripe.
•Tos ferina o pertusis. infección de los pulmones ocasionada por la bacteria Bordetella pertussis que ocasiona flujo nasal, fiebre, ataques de tos muy severa, dificultad para respirar y, cuando genera complicaciones, diarrea e incapacidad de tomar aire (asfixia).
•Cáncer pulmonar. Se manifiesta mediante la presencia de un tumor maligno en tejido pulmonar; se debe a consumo directo o indirecto (fumadores pasivos) de tabaco, así como a inhalación de humo producido por combustibles.
En los últimos años se ha registrado un aumento en la incidencia de alergias (reacción exagerada del sistema de defensas ante un alergeno o elemento que el organismo considera dañino, como polvo, polen o pelo de animales) en vías respiratorias, tales como rinitis (comezón en nariz, paladar, garganta y ojos, estornudos, escurrimiento nasal, dolor de cabeza, tos, fiebre) y asma (inflamación de los bronquios que impide adecuada respiración; se manifiesta con tos y en ocasiones genera asfixia). Este hecho se debe, de acuerdo a los expertos, a una combinación de factores hereditarios y contaminación; concretamente, estudios estadísticos muestran una relación directa entre el aumento de dióxido de sulfuro ambiental y la presencia de estas enfermedades en el árbol bronquial.
El smog, llamado también niebla tóxica, es la forma de contaminación atmosférica más conocida; se produce cuando compuestos químicos que emiten las chimeneas de las fábricas y los automóviles se combinan con la humedad del aire. Este tipo de vapor queda como niebla flotando en el ambiente y sólo desciende a través de la lluvia; no obstante, este hecho y la combinación de gases con las nubes da lugar a la lluvia ácida, que envenena a los lagos y animales que viven en ellos, a la vez que daña a las plantas, afecta al suelo y perjudica la salud del ser humano.

El plomo es el componente más peligroso del smog para el cerebro, ya que se acumula paulatinamente haciendo que la persona se vuelva menos reflexiva, alterando también su capacidad de concentración y provocando conductas agresivas. Estudios realizados con niños que registran altos niveles de este metal en la sangre (problema conocido como saturnismo) demuestran que su rendimiento escolar es más bajo debido a un coeficiente intelectual menor y dificultad para aprender.


El smog también genera problemas en el sistema circulatorio. Un estudio realizado en Inglaterra estimó que 1 de cada 50 pacientes con problemas cardiacos tratados en hospitales de Londres pudo haber sido afectado por gases tóxicos. Los investigadores aseguraron que muchas muertes pudieron evitarse mediante un mejor control de los contaminantes, en particular de los gases generados por los vehículos.

Finalmente, cabe mencionar que el exceso de dióxido de carbono, contaminante resultado de quemar carbón, madera y derivados del petróleo, es responsable del "efecto invernadero", fenómeno que eleva la temperatura del planeta debido a que este gas permite el ingreso de energía luminosa y calorífica procedente del Sol, pero no su disipación por la noche, lo que ha generado graves alteraciones climáticas con consecuencias aún por cuantificar tanto en los ecosistemas como en la salud de los seres humanos.

Contaminación del agua

Mares, ríos y otras fuentes que abastecen el vital líquido a las poblaciones humanas también se han visto invadidas por elementos nocivos provenientes de drenajes y desechos de la misma localidad afectada y regiones próximas.
Entre los principales contaminantes del agua tenemos:
•Desechos domésticos, excremento animal y residuos alimenticios.
•Plaguicidas, plásticos, detergentes, residuos industriales y aceites.
•Ácidos, sales y metales tóxicos.
•Cenizas, arenas, gravillas y otros sólidos provenientes de la erosión de los suelos.
•Residuos radioactivos provenientes de plantas nucleoeléctricas y tratamientos médicos.
•Bacterias, virus, hongos y parásitos intestinales.
•Lirios, algas y otros vegetales que impiden la circulación y oxigenación de lagos y ríos.
A nivel mundial, se estima que 80% de las enfermedades infecciosas y parasitarias del sistema digestivo, así como una tercera parte de las muertes causadas por éstas, se deben al uso y consumo de agua contaminada con microbios o bacterias. La falta de higiene y la carencia o mal funcionamiento de servicios sanitarios son algunas de las razones por las que la diarrea y enfermedades estomacales son todavía importante problema de salud en países latinoamericanos, como México.

Asimismo, cabe mencionar que la contaminación en mares y lagos afecta a la fauna que entra en contacto con ella y, por tanto, cuando estas especies son consumidas por el hombre le causan alguna enfermedad. Entre los padecimientos más comunes asociados a este problema se pueden mencionar deshidratación, gastritis, colitis, cólera (ocasionada por la bacteria Vibrio cholerae) y salmonelosis (se debe al microorganismo salmonella).

Un elemento más en el agua que no requiere ser ingerido para causar daño es el cloro, muy común en las albercas, y que si entra en contacto por periodos de tiempo prolongados puede irritar piel y ojos, es decir, causar resequedad, comezón, dermatitis y conjuntivitis.

Contaminación del suelo

La eliminación de residuos sólidos, conocidos comúnmente como basura (restos de comida, materia fecal, envases de plástico, vidrio, metales, papel, agentes químicos y escombros), es hoy grave problema ecológico que alcanza cifras altamente peligrosas para el ambiente y seres vivos que lo habitan.

La manera más común de eliminar este tipo de desechos, casi todos de procedencia urbana, es enterrándolos en regiones apartadas, pero con ello lo que se ha logrado es el desarrollo de microorganismos que alteran el equilibrio del medio y seres vivos que lo habitan. Asimismo, estos agentes infecciosos y sustancias tóxicas pueden expandirse a través del aire o de corrientes de agua subterráneas, extendiendo así la contaminación y sus efectos adversos a otras zonas.

Otro tanto hay que decir sobre las prácticas intensivas de la agricultura y ganadería, las cuales son otro motivo de contaminación del suelo debido al uso indiscriminado de pesticidas, insecticidas y fertilizantes que se acumulan con el tiempo. No es extraño que las sustancias dañinas se introduzcan en el cuerpo de vegetales y animales a través de la alimentación, como tampoco que, a su vez, estos productos que forman parte de la dieta del ser humano provoquen enfermedades.

Padecimientos del sistema respiratorio, intoxicaciones, tumores y problemas en la piel e intestinales son los trastornos más frecuentes provocados por el contacto y consumo indirecto de contaminantes del suelo; por si fuera poco, se sabe que quienes ingieren alimentos obtenidos en o cerca de terrenos con altos índices de sustancias dañinas sufren desnutrición debido a la baja calidad de los mismos.

Contaminación acústica

Se debe al ruido generado por motores, herramientas, música y electrodomésticos; afecta a quienes realizan actividades industriales o frecuentan calles muy transitadas, pero también se presenta en lugares que en otros tiempos fueron más silenciosos, como restaurantes, gimnasios, vehículos y hogares.

La intensidad de los distintos ruidos se mide en decibeles (dB), y se sabe que el oído humano puede percibir adecuadamente sonidos de hasta 120 dB; sin embargo, las emisiones prolongadas que sobrepasan los 85dB son capaces de generar alteraciones psicológicas y daños físicos en el oído, que además de ser el órgano de la audición interviene directamente en el equilibrio.

Los niveles de ruido en una ciudad varían de un lugar a otro, pero en gran número de sitios rebasan los límites aceptables. Así, mientras que la estancia en una biblioteca registra el aceptable nivel de 40 dB, una conversación en voz alta llega a 70 dB, el tráfico en una calle rebasa sin problemas 85 dB y el despegue de un avión o el volumen de un centro nocturno alcanza 120 dB.

Las fuentes de contaminación sónica son muy diversas:

•Vehículos automotores y mal uso de claxon o bocina.
•Ruidos generados por gritos de vendedores ambulantes, reparación de pavimento, sirenas de ambulancias y patrullas o construcción de casas y edificios.
•Aeropuertos e industrias.
•Equipos electrónicos en los hogares, fábricas, talleres y lugares de entretenimiento.
La contaminación acústica puede ocasionar daños en la percepción auditiva, tales como notar sonidos (acúfenos) o zumbidos (tinnitus) sin que exista una fuente que los genere, así como disminución en la capacidad de oír (hipoacusia) e incluso sordera. Sin embargo, sus efectos también son notorios en otros aspectos de la vida:
Sistema cardiovascular. Son comunes las alteraciones del ritmo cardíaco e hipertensión arterial, las cuales junto con mal manejo de estrés aumentan el riesgo de padecer un infarto.

Glándulas. Se ha observado que demasiado ruido crea alteraciones en la hipófisis (localizada en la cabeza y responsable de coordinar importante número de funciones del organismo, principalmente crecimiento y reproducción) y aumento en la secreción de adrenalina (hormona que propicia estado de alarma y rápida reacción del organismo ante alguna amenaza).

Aparato digestivo. La dificultad para descansar y altos niveles de estrés que acompañan a la contaminación sonora incrementan la posibilidad de sufrir trastornos como digestión difícil por lenta circulación en los intestinos (colitis nerviosa) e inflamación estomacal (gastritis).

Equilibrio. Los daños en el oído afectan este sentido, por lo que exposición prolongada a sonidos estridentes ocasiona confusión e incluso náuseas y vómito.

Salud mental. El ruido favorece el aumento de alteraciones psicológicas y del dormir, como actitudes agresivas, dificultad para concentrarse e insomnio (pérdida del sueño), lo cual facilita accidentes.

Contaminación domiciliaria

La vida dentro de casa no está exenta de la acción de contaminantes, tales como solventes, insecticidas, aerosoles, calentador, estufa, humo de cigarro, agua y alimentos con altos índices de bacterias y ruido generado por electrodomésticos, por lo que, como puede apreciarse, hablamos de los mismos problemas antes citados, sólo que a niveles más reducidos, pero también de acción más directa en los individuos.

En 1990 un estudio de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) concluyó que la contaminación en interiores es uno de los problemas ambientales más importantes y exige mayor atención, ante todo porque la población en general no está conciente de su presencia y peligrosidad. Así, muchas personas consumen tabaco o emplean insecticida y limpiadores en exceso sin darse cuenta de que con ello afectan directamente su salud y la de quienes les rodean, quizá hasta en mayor medida que hechos tan notables como un derrame de petróleo o un incendio forestal.

Asimismo, gran cantidad de los ruidos generados en casa por electrodomésticos (licuadora, extractor de jugos, aspiradora) y aparatos de sonido impiden el descanso de oídos. Además, el televisor en la recámara para "conciliar" el sueño sólo consigue alterar la tranquilidad del durmiente, distrayéndolo e impidiendo su relajación; las consecuencias se dan en el mediano y largo plazos, y se traducen en intranquilidad, mal humor, agotamiento, somnolencia diurna y falta de concentración.

Durante la temporada invernal es muy común que la familia y en especial los niños permanezcan más tiempo en recintos cerrados; sin embargo, la estancia en el hogar no es del todo saludable, ya que el uso frecuente de sistemas de calefacción y estufa sin ventilación adecuada, además del ya mencionado y nocivo consumo de tabaco (90% de los niños que mueren por problemas pulmonares son hijos de padres fumadores), genera una serie de elementos tóxicos que favorecen el surgimiento de enfermedades en vías respiratorias.

Otro tanto hay que decir de los edificios y centros de trabajo en donde la ventilación es deficiente y los cambios de temperatura ocasionados por aire acondicionado o calefacción son muy bruscos. Humo de tabaco, sustancias provenientes de materiales sintéticos empleados en acabados y remodelaciones, así como bacterias y hongos que habitan en rincones empeoran el cuadro y ocasionan padecimientos diversos.

La Organización Mundial de la Salud estima que 30% de las oficinas de todo el mundo tienen problemas significativos en la calidad de su ambiente, y que entre el 10% y 30% de sus ocupantes lo resienten. Por ello, actualmente se habla del síndrome del edificio enfermo para designar a este problema de contaminación que genera baja en la productividad de los trabajadores y ausentismo laboral debido a dolor de cabeza, nauseas, mareos, resfriados persistentes e irritación en vías respiratorias, piel y ojos.

Prevención

Los estragos ocasionados por la contaminación pueden disminuir a través de diversas medidas encaminadas tanto a evitar enfermedades como a mejorar la calidad ambiental, las cuales, sin exagerar, requieren de la colaboración de la sociedad humana en su integridad. Y es que, como se puede apreciar, todos somos en mayor o menor medida responsables y víctimas de este problema.

Entre los puntos más importantes para prevenir enfermedades encontramos:

•Seguir una dieta balanceada, ante todo rica en frutas, verduras y cereales, ya que estos productos contienen vitaminas y sustancias que refuerzan al sistema inmunológico (aquel que previene enfermedades) a la vez que ayudan a eliminar sustancias tóxicas, tal es el caso de las vitaminas C y E.
•Observar adecuada higiene corporal para mantener la piel libre de sustancias contaminantes y bacterias. Ante todo, procurar lavarse las manos antes y después de ir al baño y previo a la preparacioacute;n de alimentos.
•Completar el cuadro de vacunación para que el organismo cuente con defensas que le ayuden a enfrentar infecciones.
•Evitar salir a la calle cuando los índices de partículas suspendidas rebasen los niveles recomendables para la salud. En México existe la escala Imeca (índice metropolitano de calidad de aire), que va de 0 a 500 puntos. Cuando la calificación va de 0 a 100, se habla de calidad de aire satisfactoria para realizar todo tipo de actividades; de 101 a 200 es no satisfactoria y las personas sensibles comienzan a registrar molestias; de 201 a 300 es mala, de modo que los daños son mayores y se aconseja que quienes tienen padecimientos respiratorios no practiquen ejercicio, y de 301 a 500 es muy mala y la población en general debe abstenerse de realizar actividades en las calles.
•Evitar zonas en donde haya fumadores o en las que se concentran otras sustancias tóxicas e irritantes, como polvo, pintura, gasolina y aerosoles.
•Alimentarse con productos elaborados higiénicamente y cuya procedencia sea confiable.
•Utilizar siempre agua "segura" para la higiene personal, la limpieza y cocción de los alimentos y el lavado de la vajilla, utensilios de cocina y ropa.
•Desinfectar o hervir de 1 a 3 minutos el agua de consumo humano, así como agitarla antes de beberla y guardarla en recipientes desinfectados y con cierre hermético.
•Reducir el volumen del televisor, equipo estereofónico o reproductor de sonido portátil o del automóvil, sobre todo cuando se utilicen audífonos.
•Acudir a restaurantes y centros de reunión con bajas emisiones de ruido, preferentemente a aquellos con acabados que absorban los sonidos (alfombras, decoraciones con telas y cortinas) y donde no se tenga música de fondo a muy alto volumen.
•Utilizar tapones para los oídos al efectuar trabajos con herramientas demasiado ruidosas.
•Mantener adecuada ventilación en centros de trabajo, escuelas y hogar, y atender a la brevedad cualquier problema en el sistema de aire acondicionado o calefacción.

Por otro lado, para colaborar en la conservación del ambiente puede emprender algunas de las siguientes actividades:

•Dé adecuado mantenimiento a instalaciones de gas, calentador y estufa; evite los sistemas que funcionan con petróleo o carbón, ya que son más contaminantes.
•Revise periódicamente el buen funcionamiento de su automóvil y evite su uso en distancias cortas. Repare a la brevedad problemas en el funcionamiento del motor que generen combustión deficiente o ruido excesivo.
•Disminuya o erradique el consumo de tabaco, sobre todo en lugares cerrados, en vehículos o cerca de los niños.
•Elimine desechos sólidos a través de sistemas de limpia establecidos; no tire basura en calles, suelo, campo, bosques, ríos, lagos o mar, mucho menos la queme.
•Reduzca el uso de detergentes, productos de limpieza para el hogar y solventes que se desechan por la cañería.
•Detecte, junto con su familia, aquellas fuentes de ruido en el hogar y coloque silenciadores a los electrodomésticos mediante hule espuma. Mantenga apagados todos los aparatos que no utilice.
•Cuide árboles y zonas verdes, pues ayudan a reducir niveles de algunos contaminantes del aire, como bióxido de carbono.
•Reporte en su trabajo o escuela cualquier deficiencia en la ventilación y calefacción.
Ante todo, entérese y difunda información veraz sobre los efectos de la contaminación y sus fuentes, así como de la importancia de emprender medidas colectivas para mejorar las condiciones de nuestro medio. Finalmente, recuerde que la atención de todo padecimiento que se presente de manera repetida debido a problemas ambientales debe consultarla con un médico internista.
http://www.saludymedicinas.com.mx/nota.asp?id=1566

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