martes, 17 de noviembre de 2015

Animales en peligro


Los desastres ecológicos, la deforestación y otras consecuencias de la acción humana provocan daños en la cadena trófica. Sin embargo, en el mundo actual la extinción de especies animales no está tan directamente relacionada con la escasez de alimentos o la contaminación, como con acciones violentas directas (la caza no reglamentada y el comercio ilegal de especies salvajes) o indirectas (la introducción de especies exóticas, en determinados ambientes, que compiten por uno o más recursos con individuos nativos o ya adaptados al lugar).


En todo el mundo gobiernos y entidades no gubernamentales de distintos países realizan grandes esfuerzos para despertar conciencia sobre la gravedad de esta situación. Algunos de estos esfuerzos se canalizan a través de leyes que regulan los períodos de caza y pesca, establecen el número máximo de piezas que está permitido cazar, protegen a las especies en los períodos de apareo y desove y establecen reservas adecuadas de vida natural. Sin embargo, los controles ideados hasta el presente son insuficientes a la hora de detener el creciente deterioro de la vida silvestre.

Hay industrias montadas sobre la caza indiscriminada de especies valiosas y la captura de ejemplares vivos para su comercialización en forma clandestina. Nutrias, osos, castores, focas, leopardos, visones, martas, astracanes, armiños, zorros y chinchillas van a parar a manos de peleteros de todo el mundo que comercializan unos 15.000.000 de pieles al año. Mientras tanto, unos 10.000.000 de pieles de reptiles entran en el circuito de la marroquinería.
Peces, ardillas, armadillos, monos, loros, camaleones y aves coloridas, son capturados sólo para ser vendidos a personas que gustan de mascotas exóticas, a pesar de que muchos de ellos mueren durante el transporte o en las viviendas de sus compradores.

Estadísticas recientes dan cuenta que unos 5.000.000 de aves y 500.000.000 de peces ornamentales llegan a manos de coleccionistas y aficionados.

Se calcula que en el reino animal hay unas 700 especies al borde de la desaparición y 2.300 seriamente amenazadas en todo el planeta. Unos 50 millones de primates al año son utilizados en investigaciones de laboratorio o capturados para su venta como mascotas. Sólo en Estados Unidos ingresan anualmente treinta millones de animales en calidad de mercancía, provenientes de Brasil, México y países africanos. El tráfico ilegal de animales mueve más de 4.000 millones de dólares por año, sólo superado por el contrabando de armas y el narcotráfico.

Especies en peligro 

En 1973 se firmó el primer tratado internacional que ponía límites a la caza y la pesca indiscriminadas, y al comercio ilegal de animales. Ciento veintiséis países han adherido a ese tratado, pero los estragos continuaron. Las especies más amenazadas podrían desaparecer en las primeras décadas del siglo XXI. Las cifras que manejan los especialistas son impresionantes: del tigre de Siberia, capturado por su piel, quedan unos 200 ejemplares.


El cocodrilo del Nilo afronta peligro inminente de extinción. Viven en libertad unas 150 parejas del águila imperial ibérica, y están en serio peligro las tortugas marinas, un lujo de coleccionistas. 

En las elevaciones de África sólo sobreviven 600 gorilas de montaña, y hay unos pocos más en zoológicos o institutos de antropología. El guacamayo escarlata es codiciado en Estados Unidos por su belleza e inteligencia. En Australia, es probable que haya desaparecido el lobo marsupial; el último ejemplar fue visto hace más de diez años.

¿Cómo ha sido posible semejante nivel de destrucción? Las explicaciones saltan a la vista. El panda gigante, no en vano consagrado como el símbolo internacional de las especies en extinción, es cazado por su piel y para su exhibición en zoológicos; se cree que no quedan más de 1.000 en libertad. En el Japón puede llegar a pagarse hasta 50.000 dólares por un ejemplar.

En 1990 se prohibió totalmente la caza de elefantes en todos los países de África; sin embargo, se siguen matando 70.000 ejemplares anuales, de cuyos colmillos se extraen menos de 1.000 toneladas de marfil.
Si los rinocerontes se extinguen, ello se deberá a una serie de supersticiones y creencias de algunos pueblos orientales: el cuerno pulverizado de este animal es considerado un poderoso afrodisíaco. Por este motivo, casi ha desaparecido esta especie de las islas de Java y Sumatra, y de la India. En África había unos 65.000 ejemplares negros en la década de 1970; en la actualidad quedan apenas 2.000. Otro tanto pasa con el rinoceronte blanco: su desaparición es inminente. 

Compitiendo por recursos

Los animales no sólo están amenazados por la caza y la captura indiscriminadas. Muchas poblaciones afrontan serios problemas en su propio hábitat, motivados por la introducción de especies exóticas que comienzan a competir con los ocupantes originarios de un determinado nicho ecológico.

Desde los Estados Unidos fueron introducidos visones en varios países de Europa, y tras su presencia se redujo drásticamente la población de nutrias.

En Australia se hicieron sueltas de conejos para satisfacer los deseos de cazar de los colonos, sin tener en cuenta que no había predadores naturales para esa especie tan prolífica. La población de conejos creció tan espectacularmente que se convirtieron en plaga de la agricultura. 
Entonces se importaron zorros, con el fin de controlar a los conejos, pero disminuyó en forma alarmante el número de marsupiales nativos, con los cuales los zorros compiten.

Apicultores brasileños importaron abejas africanas para mejorar la calidad de la miel; lo lograron, pero la nueva variedad surgida muestra suma agresividad hacia el hombre y los animales.

También en Sudamérica 

Los tres factores que agravan el problema de la extinción de animales -caza, captura e introducción de especies exóticas- se dan en la fauna sudamericana.  En el chaco, la deforestación de las selvas y los bosques, la cacería indiscriminada y la introducción de especies exóticas llevaron al borde de la extinción al puma, al yaguareté, al tatú carreta, al yacaré y a muchas variedades de pájaros y peces.

En la Patagonia, el hábitat del huemul fue invadido por ciervos europeos y las maras o liebres nativas fueron desplazadas por las de origen europeo. 

En los mares del sur buques factoría, provenientes en su mayoría del Japón y otros países orientales, practican la pesca clandestina.

Uno de los animales más cotizados por su utilidad para las industrias cosmética, alimentaría y farmacológica es la ballena. En la actualidad se organizan importantes campañas internacionales destinadas a revertir su desaparición.
Las mentiras que dicen los cazadores 


La caza provoca muy al contrario los múltiples destrozos de los animales. A causa de la caza, los animales son espantados innecesariamente, lo que a menudo aumenta más su necesidad de alimentarse y con ello los daños a causa de ello. El extendido argumento de que los animales cinegéticos provocan destrozos considerables, sirve tan sólo como pretexto de los cazadores para introducir temporadas de caza más largas o mayores cuotas de disparos... 

Los cazadores sustituyen a los extinguidos animales predadores. 

Nuevas investigaciones demuestran que los denominados animales predadores no son los responsables de la regulación, es decir del control numérico, de sus presas. Los animales rapaces apresan preferentemente sobre todo animales viejos, enfermos y débiles, devoran carroña y contribuyen así a un sana existencia de los animales silvestres. Un cazador que dispara a gran distancia sólo puede juzgar en el mínimo de los casos si un animal está enfermo o es viejo... 

La caza es protección activa de la naturaleza. 

La caza significa una destrucción del equilibrio natural del ecosistema. Esta puede llevar a diezmar o exterminar especies de animales. Los cazadores son unos aprovechados de la naturaleza y no unos protectores de la misma. Ellos cuidan en todo caso de los animales que les interesan como botín... 
Sin cacería los animales de caza aumentan desproporcionalmente. 
Estudios de campo de ecólogos han dado por resultado que los animales disponen de un mecanismo interno de regulación de la población: la regulación de las existencias de animales de caza no tiene lugar a causa de la caza. Si hay amenaza de superpoblación, disminuye la cuota de nacimientos... 

Los cazadores matan sin causar dolor. 

A menudo los animales son tan sólo tocados por los disparos. La búsqueda posterior, si es que ésta tiene lugar, dura horas o días. Hasta el disparo mortal los animales se arrastran horas o días enteros con el cuerpo destrozado, las vísceras colgando o los huesos rotos a través del bosque huyendo de los cazadores. También muchos animales, en especial aves silvestres, son alcanzados por el plomo de los cazadores, pero no mueren al momento, porque no han sido dañados los órganos vitales.... 

La caza es un patrimonio cultural 

Bajo cultura se entiende «el conjunto de las manifestaciones espirituales y artísticas… de un pueblo, así como «tipo refinado de vida, educación y formación» ( v. Duden, tomo 5, 1982). ¿Si matar animales pertenece a ello? ¡Seguro que no! Que el hombre se arrogue el derecho de matar por diversión a seres vivos que sienten y que perciben el dolor igual que él, es algo absolutamente inaceptable desde el punto de vista moral... 

Todo de la caza es un patrimonio y no causa dolor y lo demás es una mentira 
Si seguimos cazando muy pronto no van a quedar mas animales en la tierra por eso di no a la caza para tener un mundo mejor.

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